29 junio 2025

Plañido

Huecos. Desesperantes, acuciantes, suplicantes. Indignos de las despedidas que ojalá nunca hubiera sido, que ojalá nunca mueran en mi memoria. Más de un año después, me envuelvo en la capa de vuestros últimos minutos de existencia, como si así pudiera parar el tiempo en otras realidades. Puede, de esta manera, que todavía tuviese la esperanza de rozaros en esas noches de finas separaciones entre mundos, mientras os llamo a escondidas.

Espío los recipientes de madera que os han acogido, ahora que de vosotras solo quedan las cenizas, las fotografías y los recuerdos. Entre la esperanza y la desesperanza, los observo, y egoístamente lanzo deseos a la Luna, esperando que me oiga y os traiga de vuelta. Lo hago con la angustia del deseo, por el cual volver a amaros, volver a acariciaros, volver a acogeros en mi pecho y volver escuchar todos los sonidos que hacían vuestros cuerpos vivos.

De vosotras quedan historias agazapadas en mí; anécdotas que asaltan mi mente sin previo aviso. Trenzo los hilos de esa rememoraciones, intentando tejer una manta en la que acoger a quienes siguen llegando. En otros telares aparecen nuevos patrones. Nada para, nada se mantiene. Ni siquiera el recuerdo. Ese peso obsceno parece ahogarme. Aun así, los años pasan para mí, que cada vez noto más las ausencias y el desconsuelo que dejan. 

Requiescat in pace


23 enero 2022

Recorro la orilla de un tiempo incierto, atravesando los jirones de bruma que se anclan entre mis dedos. El eco de pasos curiosos se cuela en el centro de mi pecho, restableciendo un latido otrora apagado. Alrededor, la niebla resalta una ausencia de naturaleza ficticia. Despierta mi instinto y da forma a este emplazamiento en el que he decidido perderme. El escenario en el que, después de tantos posibles, ha dado la bienvenida a uno. Tú.

Esa certeza, que llega abruptamente a mi mente y a mi alma, es la respuesta que te hace despertar. Entonces noto el calor que posees y se desliza entre los poros de mi piel, sedientos, incontrolables. Te acepto. Te doy la bienvenida. Espero que te acomodes en ese refugio que he preparado a conciencia durante años. La nada se llena de amor, de deseo, de algo pletórico que relaciono imperecederamente con tu tacto.

Nos hemos apoderado el uno del otro, así que sellamos un pacto. En silencio, sin palabras. Enlazados a este final y principio, el destino nos guía.



(Fotografía de Gemma Evans)