05 marzo 2011

1ª semana de marzo

10:00. El móvil suena estruendoso contra el parquet. He olvidado dejarlo encima de la mesa. Apago la alarma y me tumbo. Enciendo la luz. Miro el techo blanco, pulcro, que me saca de quicio. He dormido cinco horas. "Vaya mierda" pienso. Disfruto 20 minutos más la cama. Pero, tenga obligaciones o no, tenga ganas o no, no puedo levantarme de la cama. Los nervios ya me cosquillean el alma. La gata araña la puerta. Saco fuerzas y constancia.

10:30. Me he lavado y aún en camisón recojo la habitación, abro la persiana y la puerta que separa el comedor de la habitación. Cocco sale disparada maullando y se acomoda en la cama. No para de llamar mi atención hasta que la acaricie durante un buen rato. Para nada me apetece. Las nauseas y el mareo ya están haciendo de las suyas. Voy al comedor, corro las cortinas y veo el sol. Es un día precioso. Pero, en vez de disfrutarlo, algo se dispara dentro de mí.

10:40. Corro hacia la cocina donde me encierro y enciendo la radio. Suenan las mismas malditas canciones. Me preparo cualquier cosa para comer. No hay donde elegir. Es final de mes y no tenemos ni un euro en la cuenta. Así que bebo un poco de leche fría y alguna galleta. A mi lado dos cajas de pastillas: Escitalopram de 20 mg y Tranxilium de 5 mg. Una pastilla del primero, dos del segundo. Antes tomaba 1-1 pero tras ver que el experimento no ha funcionado, he pasado a tomarme cuatro pastillas de Tranxilium al día. Si estoy peor aún puedo tomar dos más, como máximo. Trago fuerte con los ojos cerrados. "¿Qué coño hago medicándome? ¿Yo? No puedo ni quiero creerlo".

10:55. Me quedo unos minutos sentada en el taburete de la cocina y recuerdo la visita al médico de hace cinco días. Hablé de mi pasado, de mi herencia, de los sintomas que he tenido desde mis 10 años, del empeoramiento tan fuerte desde hace dos meses... Bastante resumido. Me explica que en principio no es bipolaridad y que lo más probable es que sea un trastorno límite de personalidad. Pero, como la salud mental es una ciencia misteriosa, me da antidepresivos y ansiolíticos para empieza. Me explica que durante dos semanas puede que empeore. Es lo normal. También me avisa que los ansiolíticos que me han dado son suaves y que puedo tomarme hasta seis si me veo muy apurada. Me avisa que hay que controlar milimétricamente la pauta de mi medicación y que sobre todo lo que me tomaré es una especie de experimento. Se ha de ver como reacciono para empezar a hacer un diagnóstico más seguro. He de llamarle inmediatamente si mis picos de nervios y euforia aumentan.

11:10. Atiendo las necesidades de Cocco y voy a la habitación a vestirme. Mi cuerpo está cansada pero mi mente es una olla a presión a punto de explotar. Estoy de los nervios. Busco la ropa que he de ponerme, la dejo en la cama, recojo los zapatos de M. y... De repente siento como si se disparase algo en mi cabeza. Me acurro en la cama. Se de que se trata. Llevo así unos días. Una mezcla de rabia, ira y unos nervios descontrolados explotan dentro de mí. Empiezo a gemir. Quiero que pare y no puedo. Es horrible. Grito. No me controlo. Solo quiero romper algo, sacar la fuerza que me rompe y me desgarra por dentro. Pataleo. Pasan diez minutos agonizantes. Araño la cama, mis brazos... He de sacar todala energía que tengo dentro y no se como porque es descomunal.... Entonces la presión desciende y estoy un minuto sollozando sin saber qué me ha pasado. Después entro en un estado catatónico que me deja en la cama, semi-vacia, deshecha y temblorosa.

11:40. He llegado al móvil y he hablado con M. Vendrá de aquí a poco. Estoy mareada y no puedo/quiero levantarme. Mi cabeza no funciona. Cocco se acurruca a mi lado. Lo que me rodea me parece insustancial. Pienso en la lista de obligaciones pendientes. No puedo moverme pero sigo inquieta y ahogándome por la presión. Me da por pensar en formas de suicidarme pero, gracias a los antidepresivos, no caigo tan bajo como antes. Esta vez sí puedo controlarme y decirme a mí misma que no es la solución y que había posibilidades de que pasase esto. Así pues mi problema no es una depresión o un trastorno límite. Es algo un poco más complicado.

12:15. M. llega a casa y me cuida. Me ayuda a levantarme. Me visto sola mientras él me vigila. Me ha dicho que esté tranquila, que estará a mi lado y me ayudará. El espejo refleja una imagen rompedora. Las ojeras, la palidez, el brillo de los ojos... Soy un boceto opaco. M. sigue hablando. "El lunes iremos al médico, no te preocupes. Me dijo que te combaría la medicación. Tranquila. Quedan dos días". Sí, dos días.

14:30. Otra "crisis" me obliga a estar en el sofá. M. me ha abrazado y me ha ayudado con ella. Ahora tiemblo en el sofá mientras él hace la comida. En la televisión hablan pero yo no escucho. Cocco se ha vuelto a acurrucar encima mío. Me quedo enrollada en la manta hasta que M. me ayuda a levantarme y como. A desgana. Vuelvo al sofá. Pienso en la semana de vacaciones que me espera. M. habla de los carnavales. Le digo que escoja él que yo ya tengo suficiente.

16:50. Voy dando botes por el piso. No puedo estarme quieta en ninguna esquina. M. sugiera que vayamos a pasear. Le digo que sí. Me obliga a coger dos Tranxilium. No me gusta la idea pero no m queda otro remedio. Aprovechamos que tenemos coche prestado y damos una vuelta. El centro de la ciudad, las luces, la gente... Y mis temblores. Empiezo a temblar sin poder parar. M. me coge de la mano y me calma. Sigo temblando. Está a punto de darme otra crisis pero logro calmarme. El resto de la tarde paseamos. Tengo algún síntoma secundaria derivado de la medicación. Ello no me impide seguir botando.

20:00. Intento volver a ser la ama de casa que era pero nada, fracaso total. No se cuantas veces le he pedido a M. perdón por ello. Me sienta en el sofá otra maldita vez. No rechisto. Estoy apática otra vez.

23:00. Después de cenar he hablado con M. Me ha preguntando cómo me siento. Le explico lo mejor que puedo. Lo entiende. Yo, en cambio, no paro de dudar. Incluso me obsesiono con ideas que no vienen al caso. Me trae dos Tranxilium más. Con éstos van cuatro.

00:00. A cada bosteza me entran nauseas. El cuerpo está agotado. La mente no. Más temblores, algún amago de "crisis" y la gata encima de mis piernas. Veo como M. juega un partido de fútbol. Realmente me aburro. Dejo a la gata con M. y me voy a la habitación. Encima de mi mesilla/escritorio tengo preparada la lista interminable de trabajos, deberes y cosas por repasar que he de hacer en una semana. Lo odio. Al lado tengo Nación prozac. Sigo leyéndolo. Me ha acompañado incluso mucho antes de ir al médico. Leo capítulo tras capítulo. A veces repaso parágrafos que se adecuan tanto a mí...

03:00. M. ha venido a dormir y al minuto ha empezado a roncar. Yo sigo leyendo. No puedo parar. No tengo sueño. No quiero dormir. Maldita sea. ¡¡No quiero!! Capítulo tras capítulo, página tras página... No miro el reloj para no asustarme.

04:00. El cuerpo no me aguanta. Los ojos me escuecen. Estoy mareada. Pero la mente sigue con el run-run. Dejo el libro y apago la luz. Intento dormir. Me invento historias. Hago crucigramas mentales. Pienso en ovejas. Joder, no hay manera.

05:00. Miro el reloj. Hago bajar a los santos. "¡Qué coño...!" Me estoy poniendo histérica. Los nervios que siempre tengo se disparan. Otra pequeña crisis. No paro de moverme. Las piernas, las manos, la cabeza... Llega un punto en que se me insensibiliza el cuerpo. Caigo rendida, obtusa, en medio de la vorágine de la ansiedad. Al fin me duermo. Pero antes pienso que ojalá fuese para siempre.

1 comentario:

  1. No, los ciclos no son iguales y por ello siempre hay una pequeña esperanza ;)

    ResponderEliminar