25 abril 2011

Interior

Enferma. Es la etiqueta que, desde hace un tiempo, me cuelga la gente. Veo que a mi alrededor hay momentos en los que se me mira esperando que me suba a la lámpara, que mate a alguien o que coja un cuchillo y empiece a hacerme cortes. Ganas no me faltan. Pero para mí sería más fácil si me aceptasen y me ayudasen, en vez de mirarme con pena y compasión.

Sí, estoy enferma pero la mayoría de los seres humanos lo está. Llevo casi toda mi vida sabiéndolo. No es difícil. Es cuestión de quedarte callado y disfrutar del espectáculo. Sin pagar entrada. Pero ahora soy yo el peligro andante, la bomba de relojería que no está bien."Pobrecita" me dicen sus ojos. Y yo les miro con un interrogante en mis ojos. "No, pobrecito tú que aún sigues creyéndote mejor que yo".

Algunos te dicen que no te mediques. Supongo que es fácil dar lecciones cuando no tienes tu problema. Otros que lo hagas, blandiendote que las pastillitas de laboratorio que me tomo son mejores que el LSD que se toma en las discotecas. El resto gira la cara. Aquí no ha pasado nada. Mientras no vuelvas a cortarte o intentar suicidarte.

La psiquiatra me dice que haga cosas. Sí, si hacerlas las hago. Sigo ocupándome de la casa, me peleo con mi compañero de piso, sigo sacando las mejores notas de todo bachillerato, escribo, hago de modelo, me autocontrol la bipolaridad... Cosas hago pero no se si son las que mejor me van.

También me dice que me rodee de un buen y confiable círculo de personas. Hago el recuento y no, los números no me salen: no tengo familia, mi compañero de piso no está en sus mejores momentos, mi mejor amigo vive en Barcelona haciendo ver que no pasa nada y mi otro amigo está en Madrid. "No vamos bien" pienso.

No me olvido de pensar. Es mas, lo hago más de lo que debería. Me piden que me calme y que procure no hacerme mala sangre. Vamos, que les deje hacer. Cosa que no me da la gana. Hago ver que soy buena, que busco su protección, que estoy en una fase y que todo es culpa de mi enfermedad. Y una mierda. Hasta el más tonto sabe que la culpa queda siempre repartida y en último término no existe.

Pero siguen vendiéndome que tendré un futuro maravilloso después de haber estado desde bien pequeña enferma. Me venden que las pastillas me equilibraran algo pero que debo llevar un control psicológico porque tendré recaídas. Pero están convencidos que con mi inteligencia podré sobre llevarlo y tener una vida "normal". Siempre es la misma letanía y yo estoy cansada.

Cansada de escucharla, de vivir de esta manera, de querer morirme a cada instante para frenarlo, de no tener futuro, de ver como me mira la gente, de tomarme pastillas, de ir a psicólogos que creen que podrán solucionar mi vida cuando el dolor, la herida, ya está hecha y cicatrizada... Pero sobre todo estoy cansada de mi misma... De mi propio sufrimiento y de mi alma.

1 comentario:

  1. Hay mucha gente que no sabe que está enferma. Enferma por no ver más allá de sus narices.

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