15 septiembre 2011

Aires de septiembre

Desde hace unos meses solo dedico este blog a escribir "relatos" que no tienen que ver directamente con lo que me pasa a diario. Imagino que son temporadas que tengo y la verdad es que durante el verano no ha habido una actividad muy enérgica dentro de mi cabeza. La mayoría de días los he pasado delante del televisor, dejando que las horas volasen a un ritmo llevadero.

No sé, tengo la sensación que una vez acabé el curso nada me movió a seguir pensando. Lo que quiero decir es que durante estos dos años, el haber estudiado ha supuesto un estímulo muy grande. Pero también un reto considerable. Sobre todo el segundo año, en el cual cambiaron muchas cosas, a las que no me he acabado de habituar, y eso me desgastó. En particular la Selectividad me dejó completamente agotada.

Así que pensé que estar el verano a la "sopa boba" me ayudaría pero me he dado cuenta que ha sido, en efecto, un perjuicio contra mi persona, como me dijo mi psiquiatra. No he dejado de darle vueltas a la cabeza, he tomado decisiones ofuscada y sin reflexión y para colmo he desaprovechado un verano increíble. Ha sido un tremendo desastre. Lo único que he conseguido es sentirme más cansada, empeorar mi situación y mi salud y acabar de perder el rumbo que me había autoimpuesto.

Ahora es septiembre y, aunque parece que me voy despertando, aún me queda trecho para estar como antes... Me siento como al principio de todo, cuando hice el curso ocupacional de administrativa y todavía no había empezado (ni pensado en hacer) bachillerato. Encima tengo que afrontar unos problemas cada vez más graves que me hacen perder, más si cabe, la energía y las ganas de continuar caminando.

Sé que debo repetirme que he de hacerlo y ya tengo unas metas claras en mi cabeza. Pero empiezo a pensar que este año "sabático", que he decidido tomarme en mis estudios para hacer el traslado oportuno, encontrar trabajo de una vez y centrarme como persona (más que nada para aceptar lo ocurrido y enfrentarme a ello), me hará más mal que bien. Y lo peor es que empiezo a darme cuenta ahora que el sistema que quería seguir falla en el modo en el que vivo. Hace años hubiese servido, aunque de forma ruda, pero ahora es otro obstáculo que he de vencer.

De momento, lo que peor llevo es la inseguridad, el miedo y cierta disciplina que he ido perdiendo con los años. Gran parte de culpa respecto a eso es mía, pero también dicen que todo lo malo se pega... Y no vivo, precisamente, con un gran ejemplo a seguir. En fin, que me he desmadrado muchísimo. Ya ni me reconozco en el espejo y está claro que debo dar un vuelco a mi vida de una vez por todas. A ver si de verdad este año me sirve para aclarar quién soy, a dónde voy y lograr llegar a las metas que me propongo.

De momento ya sé qué quiero hacer con mi vida. Toca ponerlo en práctica y dejar de apenarme por no ser aquella chica de 18 años que creía que podía sola con todo cuando, en realidad, estaba en el fondo del pozo que ella misma había cabado para no enfrentarse a la realidad. Tengo 22 años y para la crisis de los 30 aún me quedan años.

2 comentarios:

  1. Sí, a mi si que ya no me queda nada para los 30, tu aún eres más joven .... así que si yo aún tengo tiempo en algunas cosas, imaginate tu.

    ánimo !

    PD: y seguro que has vivido más cosas que yo xDDD

    ResponderEliminar