12 enero 2018

Venda

Tras el tiempo se oculta mi anhelo.

Ese que me empuja a saber quién eres, a saciar mi curiosidad y a perdonarte porque allí donde estás ni quiera sabes que existo.

Quizás esos suspiros que me despiertan cada noche no son los temblores de la oscuridad sino los latidos de un corazón perdido. El mío, que brinca por una pizca de libertad.

Al cerrar los ojos sigo sintiendo que me fundo con un bosque que es mi hogar, en tanto tú gritas un nombre que hace tiempo que no me pertenece. Las letras se pierden y solo me queda tu deje grave en las sombras.

No, al menos, en esta existencia que tocas con la yema de tus dedos, desconozco tu identidad. Nadie sabe reaccionar ante un fantasma tan bien como yo y aún así, querido, eres una voz que silencia el resto.

Confundes mi duda con la ignorancia de la que no alardeas. Sería gracioso saber que, en el fondo, somos solo dos locos con mucho mundo interior. Sigamos, pues, escribiendo hasta que casualmente tiremos tanto de nuestro hilo que se rompa.

O nos una. Para siempre y para nunca.


No hay comentarios:

Publicar un comentario