12 febrero 2011

Silenciosa sensación

Otra vez él. Lo vi. Coincidimos en una calle del centro de la ciudad. Yo iba pensando en libros y en exámenes, ausente del tráfico. Él escuchaba música y se liaba un cigarro. Quedamos frente a frente. Fui la primera a acercarme y saludarle. ¿Tantos meses hacía que no nos veíamos? Casi un año. Pero no había cambiado. La expresión de su rostro se endulzó. Parecía más asombrado que yo. Dos besos y unos intercambios de "holas" rápidos. Después empezamos a hablar.

Él iba a estudiar a la universidad. Solo estaba haciendo una asignatura pero trabajando en dos lugares diferentes. Ojos legañosos y ojeras. La mirada perdida en parte. Me preguntó por mí. No demasiados cambios. Aún estudiando, sin trabajo y con el futuro hilado a medias. Sonrió. Estaba escuchando mi interior. Tantas palabras por decir y tantas por escuchar... Seguimos preguntándonos.

¿Tus padres? Bien. ¿Qué harás? Puede que marcharme fuera. ¿Y tú? Pues ir a la universidad, irme a M. o quizás dejar de pensar.

Desesperación. Ahogo. Ninguno de los dos seguros de nada. La gente continuaba pasando al lado. Por un momento la incertidumbre. Las ganas de ser sinceros y explicárnoslo todo. El tiempo corriendo. La rutina postponiendose. Pero sin importarnos a ninguno de los dos que las horas sean ecos. Parejas, estudiantes y familias rozándonos con malas caras. El bullicio del sábado tarde. Nosotros impasibles, sintetizando los últimos meses.

La situación del país horrible. Sí, sí, tienes razón. No hay futuro. Buscaré trabajo en el extranjero. Espero que tengas suerte. De acuerdo.

Incomodidad. Él se tiene que ir. Yo también. Enciende el cigarro. Quedarnos más juntos nos hará recordar que queremos un café y un abrazo. Es mejor no decirnos un no. Es mejor no privarnos de aquello con lo que no contamos otras veces. La atmósfera empieza a oler a sentimiento que se despereza. Las miradas captadas al vuelo. Aquello que se despierta en mí y me atrae hacia él. ¡Olvídalo! Otra de sus sonrisas.

He quedado para estudiar. Vale, nos vemos cuando podamos. Sí, claro, aunque difícil. Lo imagino. Cuídate. Idem.

Sus pasos se alejan. No miro atrás. Sigo adelante. Hemos chocado como dos mundos opuestos. La gravedad de ambos sufriendo la del otro. Camino más rápido. Ya no me acuerdo de qué venia a hacer aquí. La biblioteca, sí. No, no vuelvas la mirada. No vayas tras él. Pero el sentimiento no deja de latir. Dos días y lo superaré, como siempre. Una pequeña dosis de droga al corazón. Y esas ganas de escucharle día y noche, de abrazarle, de ocultarme tras su vida. ¿Él las sentirá? ¿Escuchará como parecemos conectarnos mutuamente?


Noche estrellada - Vincent Van Gogh

1 comentario: