16 abril 2011

¿Evolución?

¿En qué momento de la historia empezamos a caminar hacia atrás? A menudo me lo pregunto. Vivimos en tiempos veloces en los que la inteligencia parece ser la cualidad, en la caja de Pandora, que nosotros hemos ido empujando hasta encerrarla. Recordemos que nuestra inteligencia y la adaptación al medio fue lo que nos procuró la supervivencia en el mundo natural. Ahora ya no necesitamos cazar, tenemos supermercados que nos venden los alimentos envasados, tampoco necesitamos correr, tenemos vehículos que nos transportan de un lugar a otro. Lo que nos podamos imaginar para la comodidad del ser humano ha sido inventado e incluso mejorado día a día para seguir girando la rueda en donde no queda espacio para la libertad.

La no-evolución podría haberse mantenido pero nosotros nos hemos empeñado, con ahínco, en hacer del mundo un lugar del que que beneficiarnos y nuestros compañeros de raza, cuerpos que pueden pagarse con una miseria. Vivimos mientras otros mueren, la cadena no dejará de seguir adelante, pero olvidamos que ya no es natural. Es artificial. Actualmente para que unos vivan en la cúspide muchos han de sufrir. Y nada ha cambiado tan poco como los estamentos en los que se divide la población. Solo ha habido un pequeño detalle que ha girado las cosas: cada vez se necesita una población más pobre para tener una más rica. El mundo ha dejado de parecernos inabastable. Pero antes hemos sabido, e intentado sin éxito, domarlo como al resto de los animales que exhibimos en lugares cerrados para matar el resto de su instinto. Es la nueva moda.

Queda pensar en cual es nuestro papel en ello. Y no existe. Solo debemos parecer humanos mientras un reducido nombre de los nuestros inventan y reinventan lo que nos rodea para hacer que nuestras vidas sean más fáciles y nos permita, así, que la inteligencia sobre y tampoco haga falta. Ya tenemos máquinas que hacen nuestro trabajo, que piensan y recuerdan por nosotros, que se accionan con una tecla o una combinación que hasta un chimpancé puede memorizar. El adevacle del ser humano es llegar a ser un cuerpo sin alma que no deba ser molestado más que para seguir con sus necesidades más primitivas. Entonces,¿dónde queda la sabiduría? En un reducido nombre de personas que se sienten extraños ante tanta tontería suelta por el mundo y que se esconden, a veces con problemas mentales, otras mediante substancias, y en la mayoría de casos resulta que el inteligente se vuelve tonto para poder sobrevivir.

¿Por qué? Porqué la realidad es que la única manera de aguantar la cordura es volverse como el resto. Eso es la normalidad y el mecanismo que permite a la sociedad mantener a ralla las nuevas generaciones que molestan porque buscan investigan, llegan a tocar más allá de lo que sus coetáneos quieren ver. Esa gente ha sido expulsada o asesinada en otros tiempos. Ahora es marginada, tratada como un loco y olvidada en cualquier esquina. Los mejores tienen un destino preparado: pensar por el resto de población mundial para crear nuevos aparatos que hagan a la gente más estúpida y que sirva para que, lo poco que piensan, quede erradicado. Y en realidad el sistema es bueno, tanto que hemos llegado al S.XXI y las cifras son escalofriantes: la población aumenta pero el nivel de inteligencia se mantiene. Así pues me pregunto qué paso seguiremos cuando a la mayoría no les quede nada en que pensar. Y la respuesta es la que encontramos en centros de estudios. Da igual si son de primaria, secundaria o la universidad.

Allí encontramos las futuras generaciones donde la mayor parte del alumnado solo ha de recitar un par de fechas, a lo sumo algunos nombres, y apenas leer alguna página de internet. En lo demás, se ha comprovado que el auge de enfermedades mentales es realmente triste ya que si antes eran minoría, ahora los sociopatas, hiperactivos y otros son la mayoría frente a alguna alumno descolgado que, al no serlo, pretende pasarse por uno de ellos a veces son mejor o peor suerte. El sistema está tan bien construido que es imposible salirse de él. Se pensará que yéndose a un bosque perdido esto nos salvará pero no: viene el factor de la sociabilidad de nuestra especie. Necesitamos de los nuestros para aprender y al mismo tiempo para sobrevivir. Además, la falta de espacio para tanta gente, y nuestro nivel de vida, ha provocado la caída de zonas de bosque que nunca más volverán a aparecer.

Todo encaja. Nada puede salirse de la "normalidad" prestablecida. Un ejemplo. Ves a una tienda a comprarte unos vaqueros. Pasarás toda una tarde buscando pero al final solo podrás quedarte con los pantalones que se llevan a la moda. Sí, podrás ir a una tienda de segunda mano pero volverás con aquellos pantalones que estaban de moda hace cinco años y lo estarán de aquí a poco. No puedes salirte de la moda. Algunos dirán que podrás ir a que te hagan la ropa pero para eso necesitas una cantidad considerable de dinero. Con lo cual tendrás que tener un buen sueldo. Así pues estarás dentro del círculo de la sociedad ya que los trabajos mejor remunerados son aquellos que requieren de un servicio hacia el sistema inventado para volvernos todos más tontos o al menos desearlo para acallar las injusticias que se llevan logrando desde hace mucho tiempo.

Ser tonto es ser normal. Esa es la conclusión a la que se llega en este mundo construido a nuestra imagen con un único fin: que tenga las aptitudes que hace tiempo que olvidamos. Mientras, podemos ver la televisión y creernos Dios al escoger el programa que vamos a ver.

1 comentario:

  1. Por más información que corra si alguien no quiere saber algo no lo sabrá. Quien quiere saber, lo busca, aunque tenga solo un 1% de posibilidades de encontrarlo. Por eso, quien más sabe no es más inteligente, lo es quien más ganas tiene de saber.

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