Deseo

Con una única vela encendida en mi habitación, el humo del incienso formaba tu figura en el aire confuso de la madrugada.

Aspiraba su suave olor, no demasíado diferente del que recordaba que emanabas tú, y deseaba que al penetrar mis pulmones formase parte de mi cuerpo por siempre jamás.

Gotas de sudor perlaban mi cuerpo revuelto entre las sábanas que resbalaban y dejaban entrever retales íntimos de mi piel.

Cada momento contigo se volvía carmesí en mis deseos nocturnos. Cada gemido intuido se quedaba entre las cuatro paredes de mi habitación.

Reseguía el colchón allí donde en incontables ocasiones habíamos yacido, anhelando perdernos entre las brumas del otro.

Dejaba caer mi cuerpo, una y otra vez, con suavidad sobre esa silueta. E imaginaba tus brazos rodeándome una vez más, en un intento porque no desapareciese.

Pero allí no había nada que no fuesen mis sentidos añorándote desde lo profundo de mi vida.

Apesar de ello, seguía buscándote mientras intentaba emular tus caricias con mis manos demasíado diáfanas.

Dime, ¿volverás? Porque quiero que sigas volviéndome loca con la fuerza de tu mirada y de tus miembros.

Como solo tú sabes hacerlo.