19 diciembre 2013

Manchas sobre papel blanco

Las sombras nos rodean.

Cada uno de nosotros llevamos una pesada carga; fracasos, errores, sufrimiento, malos recuerdos... Nos rondan toda la vida, hacen de nosotros pequeñas marionetas de hilos finos y perpetuos. Sorteamos el ir y venir del paso del tiempo y arrancamos a caminar soportando lo que se adhiere a nuestras espaldas y nos hace los años cada vez más pesados. No los mentamos: quedan registrados en un lugar donde ningún mortal ha llegado y forman nuestro modo de ver y sentir el mundo, de reaccionar ante él.

La pena nos convierte en seres que amenazan, manipulan, lloran y dan vueltas una y otra vez a la rueda infinita. Perdemos quiénes somos, olvidamos que más allá de todo ello somos seres que podemos afrontar un nuevo amanecer y un nuevo anochecer. Pero la carga... Ese fardo de kilos y kilos de miserias que nos torna grises, oscuros, transparentes... Caemos en sus brazos cuando el mundo nos parece más duro de lo que es en realidad y nos dejamos mecer por la forma en que nos engañamos, en que pensamos que esa "experiencia" nos llevará a no cometer ningún otro acto que llene nuestro saco. 

Pero lo hacemos, caemos, porque estamos más pendientes de no volver a cometerlo sin darnos cuenta que cada situación requiere de un modo de hacer completamente distinto al otro. Podemos aprender de ese "pésame" que nosotros mismos nos empeñamos en no soltar y puede que los hechos más traumáticos no se olviden, pero tendemos a darles tamaña importancia que son ellos los que actúan por nosotros. No olvidamos que es bueno ser sabios, pero sí creemos que ser fuerte es soportar estoicamente cuanto nos suceda cuando, muy probablemente lo sensato sea dejarlo marchar sabiendo que ya cumplió su misión. 

Aferrarnos a esos recuerdos solos nos demuestra una cosa: que somos incapaces de mirar el presente como una oportunidad de ser mejores personas. Tener recuerdos, saber de nuestro dolor, aprender de él... Es un punto básico en nuestras vidas. Sin embargo, sufrirlo hasta el fin de nuestras respiraciones solos nos lleva a vivir por y para esos momentos que ya debieron quedar atrás para no entorpecernos en volver una y otra vez sobre nuestros pasos. El mundo parece necesitar de una página en blanco de la libreta que podemos llenar de palabras e historias, sin borrar el mismo papel para rehacer lo que ya no puede ser cambiado.


No hay comentarios:

Publicar un comentario