29 octubre 2010

Duda tras duda

¡Por fin ha acabado la semana de clases! Tenía ganas de poder sentarme un poco y descansar de exámenes y trabajos. En sí, estos cinco días han dado para mucho. Noticias buenas y no tan buenas. Personales y colectivas. Algunos personajes de la cultura nos han dejado entre ellos Solà, antiguo conocido de uno de mis profesores. El año está generando pérdidas incalculables.

No me gusta detallar al máximo qué hago durante la semana. Se me hace tedioso y en general me cuesta acordarme de las anécdotas que suelen pasarme. Todas ellas se pueden guardar en tres cajones: clases, casa y mente. Pero es que he acabado MUY contenta esta semana. He recibido varias notas, entre ellas dos 10 y un 9,25. Relacionado con mi futura carrera, es muy posible que me recomiende alguien cercano y me aconseje la universidad más adecuada. Y por último me he planteado seriamente si dedicarme a lo que tengo pensado.

Me gustaría estudiar historia del arte. En esta cuestión hay un 50% de opiniones. Por un lado los intelectuales que me dicen que sí tendré trabajo con mis capacidades, que da igual que carrera escoja tal y como están las cosas y que estudie idiomas. Por el otro aquellas personas de a pie que me tachan de loca y de querer tirar mi futuro por la borda con un carrera extinguida. Y fuera de la balanza tengo la preocupación al ver que no hay relevo intelectual en estas décadas y los jóvenes, negándose a sacrificarse o mover un dedo, están dejando pasar el momento de cambiar un poco el mundo. Con jóvenes me refiero a la generación tardía del 80 y del empezar del 90. ¿Qué pasa con ellos?

Hablé con una catedrática de mi instituto sobre la falta de relevo intelectual que se está acusando año tras años. Su respuesta fue contundente: No lo dejaron hacer. Es decir. Ella pertenece a la generación que debería de haber sustituido a las grandes personas que están falleciendo ahora. Sin embargo me comentó que tras la guerra civil su generación quedó al margen de la sociedad. Fueron, para los anteriores, aquellos que nada tenían que decir y por tanto más valía que se callasen. En el presenta faltan sus voces ya que hay un gran precipicio entre generaciones. Ese vacío está dejando una huella que, aunque pocos, algunos notamos y echamos en falta.

Aunque como bien matizó otro de mis profesores, no importa demasiado. Casi ningún joven está pidiendo esa regeneración y menos todavía está valorando su falta. Es más, según sus lógica no vale la pena perder el tiempo. En una sociedad donde mandan las empresas y el capitalismo es difícil penetrar a través de la cultura que se apaga. Una cultura que durante siglos estuvo betada y cuando sale a la luz es repudiada porque es más fácil olvidarnos de ella. Un amigo mio siempre dice que tenemos lo que queremos aunque él es más contundente en el tema y asegura que si no hacemos nada es que vivimos bien en nuestra miseria.

Puede que sea mi inexperiencia pero aún creo en un sector de la población. No estoy segura de saber cuál pero me gustaría tener la esperanza que alguno de mis coetáneos también está leyendo y quiere luchar por un mundo mejor. En estas circumstancias parece que somos pocos y cada día quedan menos. Por eso quisiera ayudar de alguna manera y he aquí mi duda: ¿He de seguir lo que deseo o aquello para lo que sirvo? Mejor dicho ésto es aquello del típico ¿se hace o se nace?

Sigo pensando en ello detenidamente... Por hoy la entrada está escrita. La fiebre me ha subido y es hora de ponerme a seguir con mis faenas de la noche.

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