27 octubre 2010

Sobrevivir

El verbo que da título a la entrada tiene mucho que ver con mi estado de ánimo. Ya sea intentando dormir o leyendo, mi mente no deja de vagar perdida entre brumas. Es como si el 80% estuviese en funcionamiento y el resto quedase difuso tras una cortina. Tras mucho reflexionar he llegado a un punto clave y es que no tengo vida emocional ni prácticamente psíquica. Me explico.
Mi jornada consiste en ser estudiante, ama de casa, maestra y cualquier oficio que pueda llevar a cabo con cierta facilidad y despierte curiosidad en mí. Todo ello me agota las horas que pueda tener de vigia y parte de las que no disfruto durmiendo gracias a los nervios, el estrés y como no el exceso de trabajo. Sumando da un resultado negativo. Y si a ello divivimos los esfuerzos por sobrevivir y multiplicamos el daño elevado de mi pasado obtenemos un problema que se resuelve con UNA palabra: DESCANSO.
Es lo que busco cuando me emborracho. La sensación de vaguedad y perder el miedo y la vergüenza de decir todas las verdades que se me puedan pasar y yo crea que lo son. Y son miles, millones... Tantas que es mejor cerrar la boca. Pero a veces pasa que no puedes y mi primera vez fue el sábado. Sí es verdad que antes ya había tenido mis tanteos pero al ser otra la substáncia que me acompañaba era más el descaro el que me movia. El sábado me empujó la necesidad de hablar y de sentirme comprendida. Me pudo el vacio que siento.
Cuando al principio no te sientes comprendida te haces ilusiones sobre almas gemelas y seres especiales. Al hacerte mayor te das cuenta que debes dar gracias por que una persona entienda tus palabras y no tu alma. Una vez pasado el periodo de adaptación te cierras y te callas ya que una de tus palabras puede desestabilizar o hundir al otro. Ésto lo aprendes con rapidez. Entonces escuchas, callas y escondes más de lo que pueden imaginar. Mientras por dentro sólo quieres quien te de la mano y sepa con una mirada que estás triste o eres feliz. A noche de hoy apenas creo en ello...Estoy en la tercera fase, la de puro aislamiento. Encuentras poca gente con la que hablar y que te entiendan. Menos aún que no te tomen por estúpida o rara. Reconozco que soy demasiado complicada y simple a la vez pero mi fe está en que alguna eséncia ha de haber que me conecte con el resto de género humano. Sin embargo no la noto. La verdad es que en contadas ocasiones lo he hecho y actualmente es una la persona que me hace creer ciegamente.
Ponendome más positiva, no todo son malas noticias y es que he reencontrado a un amigo perdido. Tenía temas pendientes con él pero debido a las circunstancias de la vida acabamos separándonos por fuerza mayor. La tecnologia nos ha vuelto a juntar. Quise saber de él hace años pero nunca le encontré. Ha sido él quien al final lo ha hecho. Tengo la sensación que los años nos han cambiado pero en el fondo seguimos siendo los mismos que nos separamos el día de mi decimoctavo cumpleaños, el cual celebré por insistencia suya. Él también es una de las escasas personas que me han mirado a los ojos sin miedo y han sabido qué es lo que hay en realidad tras ellos. Se me ocurre una pequeña prueba de mis habilidades poeticas perdidas para dar por acabado el sermón:

"Seré lecho en las calles
lluviosas de octubre,
ritmos de coches,
canciones de hambre."

Suena triste hasta para mí...

No hay comentarios:

Publicar un comentario