18 enero 2011

Sagrada Familia



Los primeros días de enero se anunció que La Sagrada Familia permanecería abierta al público gratuitamente los sábados del mismo mes en horario de 9-14h. Con esta medida se intentaban "subsanar" las molestias que se habían ocasionado en la polémica venida del Papa a Barcelona. La expectación fue máxima. El primer día fueron 20.000 las personas, de manera aproximada, que acudieron en el horario de puertas abiertas. El sábado pasado llegamos a las 43.000 personas, es decir, más del doble que la anterior vez.

Para los que no viváis aquí, he decir que ver la mayoría de monumentos de nuestra ciudad es imposible. Como ya se sabe Barcelona es una ciudad turística que recibe a millones de extranjeros cada año y la mayor parte de su economía se nutre de ello de forma directa o indirecta. Lo cual, a los residentes de la ciudad o el extrarradio, nos ocasiona molestias graves. Una de ellas es el de no poder conocer y visitar nuestro patrimonio a menos que tengamos una buena economía y mucha paciencia.

Una entrada normal a La Sagrada Familia cuesta unos 12 euros por persona. A los menores de 18 años, jubilados y estudiantes 10,50 euros, más o menos. Si quieres una visita guiada es más caro y si vas sumando "prestaciones" puede llegar a una suma considerable, sobretodo si vas en familia, como tienen costumbre los turistas. Además, según el momento del año en el que vayas puedes encontrarte una avalancha de gente fotografiando, preguntándote dónde están los aseos y comprando recuerdos que nada tienen que ver con lo que han visitado. La misma historia podemos aplicarla al conjunto artístico de la ciudad, museos incluidos, y a la zona centro de Barcelona. Que La Sagrada Familia deje sus puertas abiertas es un hecho extraordinario para aquellos que es muy probable que no volvamos a verla. Es triste que desconozcas el patrimonio de tu ciudad porque no puedes pagarte la entrada aunque pagues impuestos abusivos que van a parar al Ayuntamiento de Barcelona. Un caso particular es el de mi profesor de historia e historia del arte (también tutor de mi trabajo de investigación) me explicaba que hacía unos 20 o 30 años que no entraba en el templo viviendo a dos calles del mismo, literalmente. Una vergüenza sin lugar a dudas.

Así que, como futura historiadora del arte, me levanté a las 8:30 de la mañana (habiéndom acostado a las 4.00 de la madrugada) para trasladarme, junto a mi compañero, a Barcelona. Estaba nerviosa y entusiasmada por la visita que pensé que no podría hacer. Llegamos a Barcelona y nos bajamos en la parada de Provenza (FGC) y en el transbordo en la estación Diagonal (Metro) para ir a Sagrada Familia (Metro) ya se empezaba a ver un río importante de gente. En los vagones no había espacio ni para respirar y me sentí un poco como los japoneses pero solo eran dos paradas las que debíamos pasar. Al llegar a la parada de la Sagrada Familia la gente ya corría, impaciente, y las familias llenaban los pasillos. Observé que no había ni un solo turista y que la edad media de los que íbamos a verla era de entre 30-60 años. Del colectivo joven solo había adolescentes obligados a ir por sus padres y abuelos.

Salimos delante de la fachada de La Pasión, una de las salidas de Sagrada Familia, y fuimos a parar a una de las múltiples colas que rodeaban el contorno del edificio. La confusión reinaba doquier. Escogimos la primera que vimos, dada la oleada que veía detrás nuestro y a la que nadie, ni si quiera unos tristes carteles, le indicaba hacia donde debía ir, y nuestra suerte nos llevó a que en 30 minutos estábamos dentro, entrando por la fachada de La Natividad. Mientras nos dirigíamos hacia dentro hablé con algunas señoras que me dijeron que ellas llevaban desde las 9.00 dando vueltas y que nadie controlaba el perímetro. Pude ver que lo que sí controlaban era el número de personas que entraban y salían permitiendo así una afluencia correcta para el estado del edificio y para los propios visitantes. Nota curiosa: Vi dos agentes de Policía, dos agentes de los Mossos d'Esquadra, dos guías de La Sagrada Familia y dos controladores de Prosegur. Suman 8 personas. Nadie más en el exterior.

Dentro había los típicos empujones, gente haciendo fotos (incluida una servidora), parejas dándose la mano, móviles en mano y sobretodo un encanto particular al ver toda la historia del nacimiento de Jesús. Y si ver la fachada de La Natividad impresionaba, por su detallismo y su iconografía, el interior nos dejó a todos parados. Entrar en el edificio es como subir al Cielo. Las columnas, con su forma de árbol y sus ramificaciones, el techo de altura considerable, la luz que entraba a raudales y las vidrieras te hacían creer que estabas a punto de tocarlo con las manos. La paz se respiraba, incluso con los visitantes hablando, y todo parecía empujarte a las alturas. Las vidrieras excepcionales te alzaban y los detalles cuidadísimos hasta el menor arreglo parecían de perfección sagrada. A continuación dejo una foto del techo visto desde el crucero para que os hagáis una idea. Aparecen los cuatro tetramorfos en cada esquina y se puede apreciar la buena iluminación del templo.


Un paseo por dentro, saboreando con la vista y el alma cada detalle, nos permitió discutir las características del edificio. Lástima que no pudimos ver en condiciones la fachada de la Gloria porque está en obras. Antes de dirigirnos a la otra punta dimos otra vuelta por La Natividad para acabar de deleitarnos e intentar memorizar las impresiones que nos llegaban. Quise subir a las torres pero para ello hay que pagar el ascensor que cuesta 2,50 euros por persona así que lo dejé y seguimos el camino hacia el exterior. Una vez fuera hice más fotos a la fachada de La Pasión, obra creada por Josep Maria y Subirachs, en la que destaca el realismo de sufrimiento de las esculturas y, en general para toda La Sagrada Familia, el simbolismo. No es tan recargada como la posterior pero sí que llama más la atención porque te deja respirar.Para ver la diferencia cuelgo dos fotos más. La primera corresponde a La Natividad, cargada, y la segunda a La Pasión, más simple:




Una vuelta por fuera nos dejó ver, durante unos minutos, la cantidad de gente acumulada en la calle. Mucha más de la que había cuando llegamos. Dentro empezaba a haber cola en la tienda de regalos, donde dos personas controlaban la gente que entraba y salía para que pudiésemos comprar con "tranquilidad", y los lavabos. Entré en la tienda por curiosidad y me reí con la cantidad absurda de merchandising que tienen: peluches, chapas, libros, tazas, cubertería, platos, ceniceros, libros para niños, chocolate, joyas... Y todo lo que os podáis imaginar. En mi caso particular elegí un libro asequible, con la información general e importante, y un pequeño punto de libro. Antes de dar por acabada la visita fuimos a información a preguntar algunas cosas y a recoger un pequeño folleto que venia genial para ver las partes del templo, junto una pequeña explicación de cada una de ellas, y un mapa de la situación. Con mis cien fotos, la visita, el libro y el folleto estaba más que servida. Un último adiós y a la calle.

Lo peor vino entonces. Había el doble de colas y eran las 13:30. En las bocas de Metro los trabajadores del mismo daban turnos, esta vez, para poder coger uno de los trenes que pasaban cada tres minutos. Las quejas no se dejaron esperar ya que muchas personas eran del barrio y volvían de trabajar. 15 minutos después estábamos abajo y nos seguían indicando que guardásemos la calma y fuésemos hacia el final para dejar paso al mayor número de personas posibles. Cansados pero contentos entramos en el vagón rumbo al centro de Barcelona como tantos cientos de personas. Era hora de volver a casa.

Durante la semana he hablado con varias personas y todas coinciden en lo mismo: La Sagrada Familia debería ser gratuita al menos una vez al mes para evitar lo que está pasando estos días. En otras ciudades la visita a los monumentos es gratuita para los que viven en la misma pero, en el caso del edificio comentado, se escudan en que las obras se pagan gracias a los devotos, a los "amigos" y a las entradas. Pero es que ni si quiera las misas importantes se celebran en el templo sino en la cripta. Un grave error que está alejando a los creyentes del templo y por tanto a las donaciones de los devotos.

Aconsejo ir si podéis, ahora que quedan todavía dos sábados más, porque es una ocasión única y un edificio precioso. Los inconvenientes que os encontrareis son las colas, la escasa organización y la cantidad de gente que hay pero de verdad que vale la pena tener paciencia y hacerlo. La ampliación del horario ayudará a canalizar las visitas, a menos que no sigan subiendo como hasta hora, y espero que se dediquen a la organización con más esmero. Por último, os dejo con una de las vidrieras que decoran el interior de La Sagrada Familia, para que veáis la dedicación y el diverso arte que hay en ella, y la página web oficial para que sepáis más cosas acerca del templo.


2 comentarios:

  1. Mira que he estado varias veces en Barcelona, pero la Sagrada Familia sólo la he visto "de pasada" y nunca he entrado. La próxima vez que vaya la visitaré, aunque sea en plan guiri, pagando la entrada (y seguramente el ascensor, jeje). Detalles como ése fomentan los tópicos XD

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  2. Si subes a las torres hazme alguna foto, que soy pobre, jajaja. En nuestras ciudades hay los típicos monumentos por los que siempre pasamos pero nunca nos fijamos en ellos. Hablaba el otro día con un profesor que las personas solemos desconocer más el patrimonio del lugar donde vivimos que el de otras zonas.

    Te imagino con la gorrita, en verano, al sol de Barcelona, paseando por el templo y con la cámara de fotos, jajaja. A mí lo que me pareció más surealista ese día fue ver: 1-un peluche de La Sagrada Familia con ojitos y de color amarillo 2-Parejas haciendose fotos muy acaramelados (tuve que hacer una) dentro del templo XD 3- Señoras que desconocian qué iban a ver pero como habia mucha cola, iban.

    La gente llama a la gente.

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