22 enero 2012

¿Síndrome de "segundona"?

¿Alguna vez te has sentido que eres el segundo plato?

Yo sí.

Constantemente.


Me desespera. Y hasta ayer noche llegó mi paciencia.

Cabrea sentirte de vela entre dos hombres y una mujer. Más aún cuando la historia que está sucediendose entre ese trío es lo que a tí te pasó hace unos cuatro años con ellos. Con la diferencia que incluso entonces, fui también la segundona.


Siempre la chica que:
Va para el amigo soltero del grupo. 
Le hacen caso una vez que la primera les ha dado la patada.
Buscan si tienen el típico calentón de una noche tonta.
Les soluciona los problemas, está allí para escucharles y se preocupa de ellos.
Estúpida, dice que "sí" a la proposición de pareja cuando la anterior mujer les ha dicho que "no".


Y no solo en el terreno amoroso. En el terreno del trabajo, las aptitudes, la familía, las relaciones personales... La maldita segundona. ¿Cuántas veces habré escuchado aquel "Eres increíble pero...?

He perdido la cuenta.

Y jode. JODE MUCHÍSIMO. Estás viendo desde fuera que te has quedado arrinconada a pesar de los esfuerzos. Ya puedes morirte de hambre para tener una talla 40, intentar ser culta, ayudar a quien lo necesite, practicar cualquier arte... Ni siendo la geisha más preparada eres nadie sin tener una buena publicidad.


Lo sé porque en mi infancia ya buscaba la perfección hasta el sacrificio. Deseando que fuese el último latigazo y que, por fin, me quisiesen como soy y no por quedar en el plato. El resultado era, inevitable, una y otra vez el mismo: "Sí, pero..."


Al final, me cabree tremendamente durante la noche y en vez de autohumillar y lacerarme, decidí mirar el espectáculo y mandar a la mierda, mentalmente, a las personas que son capaces de relegar tanto a otra.

El siguiente paso será la indiferencia.

Así que allá voy.


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